A veces se confunde La Voz de
Dios con el clamor humano, y, con la voz humana
Y, eso es peligroso, porque uno
puede acabar apoyando injusticias, y, pensando que está obrando bien, cuando es
todo lo contrario. Por eso hay un truco, tratar a Dios en la oración personal,
hablar con Él, presente en el Sagrario, en La Escritura, de la Mano de La
Iglesia, no de la iglesia, y, así poco a poco, la iremos identificando, y, no,
nos confundiremos
Y, cerrando las puertas del
corazón, para hablar con nuestro huésped divino, sin interferencias