lunes, 13 de septiembre de 2021

Nada cambia

 Nada cambia 

Nada ha cambiado en apariencia, pero todo es nuevo.
Hay momentos en la historia de la humanidad en que eso se ha cumplido, y se ha cumplido ya para siempre.
La primera tuvo lugar cuando una muchachita judía, prometida a un joven judío, recibió la Embajada de un Arcángel, que le propuso ser Madre del Mesías de Israel, concibiéndolo en su seno maternal, sin acción humana, virginalmente por La Gracia y el Poder del Espíritu Santo, tan pronto aquella jovencita, dijo su Fiat, su hágase, cuando reconoció su ser de Esclava del Señor, y se puso a su entera disposición, El Verbo de Dios, el Hijo de Dios, Dios como el Padre, bajo al utero de aquella muchachita, para empezar a ser también hombre, tras el Fiat de María, Dios Hijo  era también hombre, hijo del hombre, ser humano, Dios se había hecho un paisano, y, lo sigue siendo, en aquel momento nada cambio en apariencia, todo seguía igual, muchos no se enteraron, hoy muchos siguen sin enterarse, otros piensan que sí, pero lo confunden con una caricatura que se han hecho
La Segunda vez fue tras la muerte redentora precisamente de Dios Hijo, y su gloriosa Resurrección,, ese día, fue el fin del mundo, y, el comienzo del Nuevo, aunque el Señor aún no haya querido llevarlo a su plenitud, pero el viejo mundo fue destruido por el Fuego del Amor de Dios, en La Cruz Jesús nos reconcilió con el Padre, nos hizo parte de su Cuerpo, nos reconcilió e unió a judíos y gentiles, nos sumergió con él en la muerte, y, al resucitar nos resucito
Antes de aquello los judíos aunque se llamasen hijos como pueblo eran siervos, los gentiles éramos enemigos, enemigos de Dios destinados a la condenación, después del Sacrificio Redentor  y la Resurrección, somos Hijos de Dios, Miembros del Cuerpo de Cristo, todos cristianos y judíos a los que ya Dios les revelara, cuando quiera, que Jesús es el Mesías, formamos parte, si no hacemos individualmente el imbecil de rechazarlo de los 144.000 y de la muchedumbre inmensa incontable que le fue mostrada a Juan en Patmos
Pero nada de eso lo notan ni lo notaron las ciencias, ni la historia