domingo, 12 de julio de 2020

Pobre de espíritu es el que se siente mendigo de Dios

Pobre de espíritu es el que se siente mendigo de Dios.
La pobreza  de espíritu o para decirlo bien en el espíritu, no es algo que uno pueda decidir por si mismo, no se trata de despreciar las riquezas materiales,  eso puede ser soberbia, ni se trata de teniendo medios de fortuna vivir como un pobre de pedir, eso tiene otro nombre,

Tampoco se trata de carecer de bienes, uno puede ser pobre de solemnidad porque lo derrocho en vicios, pero tampoco de pensar que se puede ser rico, el más rico del mundo, y, ser pobre, en primer lugar, porque como dijo un padre de La Iglesia, "él que tiene demasiados bienes,  o los robo,  él (hay muchas formas); o sus padres",  hoy podríamos decir, que le toco una o varias primitivas.  Tampoco es pobre  en el espíritu, por hacer donaciones, sobre todo, porque lo que donan los más ricos, aunque parece y es mucho, es como si yo, echo en la boeta de los pobres, 5 cm, además se benefician del dto a Hacienda, al menos en España, no estoy diciendo que este mal, esta muy bien, y, Dios se lo tendrá en cuenta.

Pero la pobreza en el espíritu no indica eso, no es eso

La pobreza en el espíritu es ser mendigo.

Un mendigo es el ser más pobre, ante aquel al que se presenta como tal, no tiene derecho a nada, sólo puede pedir piedad, y, esperar que el otro le de, pero sin creerse con derechos, a sabiendas de que nunca podrá devolver lo que recibe,  sólo agradecer, y, que no puede negar nada a aquel ante el cual es un mendigo

Y, ojo no se trata de ser mendigos, ante el mundo, no la bienaventuranza, consiste en ser mendigos, sí, pero ante Dios, es la actitud del que ante Dios se siente como polvo, del que sabe que todo lo ha recibido de Dios, incluso la facultad de reconocerlo, y, de adorarlo, del que se pone con sus necesidades ante Dios no exigiendo, me das esto, y, yo  te prometo que haré, expone su queja, se presenta ante Dios, pero sobre todo confía en él,  y, no le niega nada de lo que le pide, porque sabe que le pide lo suyo.

Así se aproximo a la pobreza  en el espíritu Abraham, y, la vivieron en plenitud, los únicos tres seres humanos santos, Jesús, María y José.