Adorar a Dios es ponerlo en el primer lugar, despreciar todo por él. No se trata de posturas corporales, aunque a veces también lo indiquen, si no de una actitud del corazón, de saber que todo lo bueno proviene del, y, de hacer que todo, concluya en él
De agradecerle todos los bienes, todo lo que nos da, y, lo que nos niega, porque nadie nos ama más, en hacer su voluntad, en buscarla, en no fijarnos para hacer algo, o dejar de hacerlo, sí nos va dar éxito, alegría, placer, o si va ser doloroso, difícil, si no si es su voluntad, si va ser causa de que su Nombre sea bendito.
Es hacerlo todo por él, escucharlo, respetar la naturaleza que es su obra y sobre todo sus imágenes, que no son las tallas de piedra o yeso, sino cada ser humano desde su concepción hasta su muerte, sin importar nada más, es por ello rechazar todo lo que vaya contra esas imágenes suyas
Es amarlo en los otros, es considerar que es Lo primero y, lo último y, que solo con él podemos hacer, porque cuando hacemos absoluto, ponemos con principio o fin cualquier otra causa estamos siendo idolatras, y, eso es el mayor pecado, y, cuando aceptamos que un legislador puede cambiar la ley de Dios y decir que se puede matar en ciertos casos, o interrumpir la vida, lo estamos poniendo por delante de Dios, y somos idolatras-
Recordemos que solo podemos adorar a Dios.