miércoles, 11 de junio de 2025

La adultera. Santos y personas corrientes del NT


La adultera. Santos y personas corrientes del NT

De esta mujer no sabemos nada, puestos a no saber no sabemos sí en verdad era una adultera, o una mujerzuela no en el sentido sexual, sino en el de mala persona.

Que se había prestado, para poner en un brete a Jesús

Ya, que sí decía que sí debían lapidarla por su pecado de adulterio, como mandaba La Ley.

Pues todos aquellos pecadores con los que él comía, y de los que se declaraba su amigo, su médico.

Pues se echarían atrás. No hay que olvidar que en el AT. Eran muchos por no decir casi todos los pecados los que se castigaban con la lapidación. Aunque Roma, los tuviese un poco sujetos.

Pero si decía que no debían lapidarla, porque Dios era misericordioso. Los “buenos judíos”, se le echarían encima, y dirían al Pueblo, que aquel rabino no podía ser un profeta, cuando no respetaba la Ley de Dios.

Así pues la victoria, pensarían ellos era segura

Sí la mujer en verdad fue sorprendida con su amante; bueno tendría que estar también el amante, pero vamos aceptar que lo dejaron escapar porque al ser un hombre de buena familia, ya se sabe.

En ese caso, la mujer estaría temblando, abandonada por la persona que amaba, y ahora esperando que aquel hombre, al que es posible que no hubiese visto antes nunca. Le salvase la vida, o confirmase su sentencia de muerte.

En el AT en el libro de Daniel, en el texto deuterocanónico, añadido por los 72,y que es escrito en griego

Había un caso similar una joven esposa acusada injustamente de pendón desorejado, por dos viejos verdes. A la que salva de la infame muerte por lapidación, un joven profeta

Aquella joven, de la que sabemos bastante se llamaba Susana, y Dios la escucho.

Pero este caso era distinto. Porque Susana era inocente, y nuestra adultera no.

Así que lo tenía difícil.

¿Y, que pasaría sí ella formaba parte de un complot falso?

Entonces se lo imaginaría bien, fuesen, cuales fuesen las palabras de Jesús, ella descubriría que se había dignado ayudar a aquellos hombres para desenmascarar al falso profeta.

Jesús a la pregunta de si deben o no, lapidarla, hace dibujitos en el suelo, en la tierra, es una forma de decirles. “Que os den”

Pero ellos insisten

Entonces les dice

Él que esté sin pecado, arroje la primera piedra. Y, todos comienzan a largarse a su casita, empezando por los más viejos. Todos tenían que rascar, todos merecían ser lapidados.

Ahora se quedan los dos solos, Jesús y la muchacha

Jesús con una sonrisa le pregunta

¿No, te han condenado?

Esta pregunta, no confirma el adulterio, ni la trampa. Sus acusadores, en el caso del adulterio, o sus cómplices en el caso de la trampa, no la han condenado, en el caso de la trampa, desenmascarandola pe

La pregunta de Jesús indica mucho más. Los que deseaban tu muerte, los que te usaron, ahora se desentienden de ti, no te han condenado, pero tampoco te han perdonado. No pueden.

La muchacha responde

No, Señor

Pensar que este “No, Señor”, seria como el equivalente nuestro a “no, señor”, es simplemente no enterarse de nada.

La Palabra “Señor”, sustituye en los evangelios, que son todos relatos pascuales, es decir escritos mucho tiempo después de la glorificación de Jesús. Pues bien esta palabra en hebreo es Adonai, en griego Kryos, y se usa en lugar del Nombre de Dios

Así pues la mujer ha respondido a Jesús teniendo en cuenta su autoridad divina. Lo que no significa que tuviera que saber que era Dios, pero si su profeta.

Jesús le responde.

Yo, tampoco te condeno.

Es decir, no te condeno, porque Yo amó a los pecadores, no vine a condenar, vine a salvar, no, es que lo que hiciste estuviera bien, esta mal, lo que hiciste sí lo condeno, lo repruebo. Pero a ti, no. Tú eres Amada por Dios.

Vete en paz.

Es decir no vivas agobiada por lo que pasó, sácalo de tu mente, no lo retengas ni para atormentarte, ni para odiar, deja que La Paz de Dios inunde tu corazón

Y, no peques más

Primero recuerda que Yo no te condeno, te acojo, vine a buscarte. Y con esto en tu corazón. Vete en paz. Y, con esa Paz no vuelvas a pecar. Que no es que no vuelvas a cometer el pecado que cometiste ahora. No, es que digas que, No, al pecado en cualquiera de sus manifestaciones, en cualquier quebrantamiento del Decálogo.

No, dice nada el Evangelio. Pero yo estoy segura que desde ese momento se sumo al grupo de mujeres valientes que seguían a Jesús, en compañía de Juana, María de Magdala, etc.