La pecadora pública que no es María de Magdala, conocida por la Magdalena
Santos y personas corrientes del NT
Nos la presenta Lucas. Es la mujer pública que lava los pies de Jesús con sus lágrimas, a la que Jesús perdona porque amó mucho. Ante el estupor de Simon ex leproso curado por Jesús.
Está mujer para empezar no es María de Magdala. Es una mujer anónima, puede incluso ser un personaje parabólico, la versión femenina del hijo pródigo, y lo es sea o no histórica.
En la historia hay tres personas Jesús, un fariseo Simón ex leproso. Y, es fácil intuir que lo curo Jesús.
Y, una mujer de la calle, una puta.
Las prostitutas existían y existen porque los hombres respetables y no respetables reclaman sus servicios.
Seguramente sería tiempo de calor y la comida se celebraría en el patio, recostados en divanes. Descalzos porque el lugar donde se toma el alimento recibido por Dios es sagrado
Y, aparece está chica mal llamada de vida alegre.
Lleva en su mano un pomo o frasco de alabastro, lleno de ungüento, de un perfume carísimo.
Los pomos no podían ser abiertos y vueltos a cerrar, había que romper el cuello del frasco para usar lo.
El alabastro ya de por si era caro, el ungüento también.
Es posible que fuese el regalo de un cliente. Y, ella pudo vender lo, para mejorar su propia vida.
Pero no lo hace
Entra y se pone detrás no frente a Jesús a su espalda, Jesús come recostado y descalzo; es como si recordase lo que narraba El Éxodo.
Dios no permitió a Moisés ver su rostro, sólo le dejo “ver su espalda”. Y, está mujer intuye, tiene la Gracia de saber que aquel comensal, es el Dios de Israel.
No se considera digna de besar su rostro, opta por sus pies, le come los pies a besos.
Son besos de enamorada, con el amor más puro y santo
Pero de pronto se da cuenta. De que ella una vulgar puta ha profanado los divinos pies con sus lágrimas y, sus besos. Así que no se lo piensa, quiebra el cuello del pomo, contra la pata de la mesa, e unge con el ungüento los pies de Jesús.
No su cabeza ni siquiera sus manos; sino sus pies.
La casa, todo se llena del olor del perfume.
Lo ha dado todo, se ha señalado y posiblemente se haya señalado ante algún cliente.
Ella no es prostituta porque le guste, ninguna prostituta lo es, las mujerzuelas si
Pero sabe que su “trabajo” es pecado y, no por ejercer el sexo fuera del matrimonio, porque encerraba mucho más, esposas a las que él marido maltrataba, robándole para gastar lo en mujeres como ella, corrupción de jóvenes y de muchachitas, posiblemente abortos e infanticidios.
De pronto escucha a Jesús hablar en su defensa
Jesús no justifica su vida pasada. Tampoco la cuenta es verdad que peco muchísimo, pero ha amado más, ha roto su vida a los pies de Jesús.
Por eso Jesús le confirma su perdón.
Porque amó mucho
Lo que deja claro una cosa
Dios ya la había perdonado, perdonado toda su vida, ella no lo sabía, pero era el amor, la Gracia de Dios la que la impulsaba
Por eso Jesús le confirmó y le dijo en alto
“Tus pecados están perdonados, vete en paz” Lc 7,36-50