Presbíteros, curas, abades, sacerdotes.
La palabra presbítero se parece al nombre científico de un mosquito, pero es la denominación propia de los ministros ordenados en La Iglesia. Con La Reforma luterana del siglo XVI, las Iglesias escindidas, prefirieron el término, pastor para sus dirigentes. Esa palabra, se emplea también habitualmente, y sin problema en el ámbito católico, para resaltar la capacidad directiva de los presbíteros. Los sacerdotes son llamados también, curas, sacerdotes, presbíteros, abades. Ninguno de éstos nombres es despectivo; como en algún caso se pudo sospechar. Cada nombre señala un aspecto sencillo de la labor del presbítero.
La palabra sacerdote, vincula y reduce la labor del presbítero a la acción liturgíca; es un significado apegado totalmente al altar. El sacerdocio es una función presente en la mayoría de las religiones. Muy importante en el judaísmo, como leemos en el Antiguo Testamento. Y más en el transfondo histórico del Nuevo, en tiempos de Jesús. Jesús no fue un sacerdote del Templo. Él era simplemente un israelita. El sacerdocio de Jesús que Él comparte con todos los bautizados. Es su propia vida, entregada y ofrecida por la salvación de todos. La Carta a los Hebreos del Nuevo Testamento desarrolla las características el sacerdocio de Jesús, y abre la perspectiva para comprender el carácter sacerdotal de todos los miembros del Pueblo de Dios, que también proclama el Apocalipsis. Este sacerdocio tiene que ver más con la propia vida, que con el altar, es una palabra demasiado pequeña para lo que quiere significar.
“Crego” en gallego, palabra patrimonial gallega para designar. El Estado de vida clérical. Designa un papel o función en la Iglesia; y vierte un aroma clasificador, para etiquetar a las personas que ejercen el ministerio sacerdotal. Es la condición del sacerdote que preside la liturgia, y, tiene confíadas otras tareas en las comunidades cristianas. Implica la consagración u ordenación para tal función.
Cura, es el “crego” en Galicia, que tiene expresamente encomendada, una parroquia o varias, ser cura es sinónimo de párroco, tal como se entiende habitualmente. Cura es una palabra latina que significa cuidado. El cura, el crego, es a quien el obispo encarga el cuidado de una comunidad cristiana en un territorio determinado, hay “cregos”, que no son curas, aunque son presbíteros ordenados no tienen parroquia a su cargo; el obispo les confío otra tarea, son profesores, directores, o consejeros de asociaciones de laicos, comunicadores, etc.
La palabra pastor, hace hincapie en el carácter directivo del presbítero como guía y responsable de una comunidad. En la practica es sinonimo de cura o párroco, pero con resonancias bíblicas.
Las congregraciones religiosas masculinas y femeninas, acostumbran a tener como patrones a sus santos fundadores. Los presbíteros diocesanos no tienen otro Fundador, fuera del mismo Señor Jesús, que confirió su sacerdocio a todos los bautizados, y le dio a toda la Iglesia la condición sacramental para que ese sacerdocio universal se ejerza y se viva. De la fuente sacramental de La Iglesia mana el Ministerio ordenado, por el cual por la imposición de las manos de los obispos el Don del Espíritu Santo para predicar la Palabra del Señor y guíar al Pueblo de Dios en Unidad y Santidad y mediar liturgícamente para que los cristianos unifiquen la ofrenda de su vida, con la ofrenda sacramental del mismo Cristo.
Los presbíteros ordenados por el obispo diocesano son seculares, esto es en el siglo. Esto quiere decir en medio del mundo, de la gente de los vecinos. Del mismo modo llamamos segrares, derivación de la palabra secular, a los cristianos que viven la fe en el mundo, no en monasterios o conventos siguiendo una regla de vida comunitaria, dedicados a la caridad y la oración.
Los presbíteros se sienten en fiesta en diversas ocasiones durante el año; por ejemplo el día de Jesucristo Sacerdote que es el jueves siguiente a Pentecostés, también en la fiesta presbiteral anual en la misa crismal en la Semana Santa, en un contexto de concelebración masiva, presidida por el obispo diocesano, en la que se bendicen y consagran los oleos de algunos sacramentos; en ese contexto reunidos comparten el gozo de sentirse miembros de una comunidad o comunión ministerial en unión con el pastor diocésano.
El 10 de mayo en nuestra diocesis, como en todas las diocesis españolas los presbíteros españoles festejamos conjuntamente al ilustre Maestro San Juan de Avila(1500-1569). Declarado patrón del clero diocesano de España, en ese día se le rinden homenajes cariñosos y emotivos a los curas que cumplen en el año, las bodas de plata, de oro o de diamante (60 años de ministerio)
Este artículo fue publicado en Pobo de Deus, hoja diocesana de la diócesis de Santiago de Compostela. En Gallego, el autor de misma es el Presbítero D. Andrés Garcia Vilariño.