lunes, 30 de junio de 2014

vírgenes necias, y, las prudentes


Es una  parábola desconcertante;  huele un poco a injusticia.

Por un lado las  vírgenes prudentes,  que se encargaron  de comprar aceite, para ir llenando las alcuzas,  estas lamparitas (no lo sabía hasta que vi una); no tenían capacidad,  más que para  una gota de aceite.

Se duermen también, no estoy de acuerdo, y, me disculpen los exegetas, pero como no son, Dios, ni tienen el Espíritu Santo, pues me permito disentir, “que no sea malo dormirse”;  es malo, claro que es malo, pero, es, es casi inevitable, si no que le pregunten a Pedro....

Aunque no es lo, peor,  lo peor es no tener;  “reservas”.

¿Más quien piensa en reservas, en tiempo de abundancia?
 El hombre hormiga, no abunda mucho, en el terreno espiritual, es decir que abundan salvo excepciones más las necias que las prudentes

Las prudentes, a mi modo de ver,  son  injustas, egoístas, no comparten ni una sola gota de aceite, con sus compañeras, son,  además fatalistas,  “no vaya ser que no llegue ni para vosotras ni para nosotras.

Y,  una vez que están en la fiesta, se olvidan de, las otras, de las que habían quedado fuera,  ni una palabra dicen, al Novio sobre las mismas, tal vez pensaron,  mejor así más tarta nupcial.

Las llamadas necias; no, son tan necias, se olvidan de comprar el aceite,  porque vieron sus alcuzas llenas, y, no cayeron en la cuenta de que pronto,  se consumiría,  y, salvo excepciones,  viene siendo lo que hacemos,  la mayoría,   no olvidamos, de formarnos de fortalecernos, en la oración, y, los sacramentos, porque nos sentimos a gusto, y no, nos damos cuenta de que la alcuza de nuestro espíritu es muy pequeña, y, que un pequeño vaivén, que exija más fe, más fiducia, nos deja a oscuras

Se duermen, lo que también han hecho las otras, pero las prudentes disponen de aceite, para sustituir al que se consume, mientras  sueñan con  los angelitos, ellas no.

Y,  tienen que ir comprar el aceite,  esa es para mí su primera, y, autentica necedad, no era tiempo de ir por aceites, si se hubieran quedado donde estaban, habrían entrado iluminadas por  la luz, del esposo, y, no habrían precisado para nada sus lámparas, y, con arrimarse un poco a las que tenían las alcuzas encendidas, también  hubieran podido encender  sus lámparas; en lugar de eso, se fueron de compras, y, se quedaron  fuera, su misión no era, ir comprar aceite, era esperar al novio.

No fue, la única tontuna que cometieron, otra, y, definitiva, fue, cuando el novio, les pregunto. ¿Quiénes eran?

Su respuesta, fue, “Señor, ábrenos”

Como persona prudente, el novio, no abre,  normal, es de noche, no se ve nada, fuera de donde iluminan las luces, a saber quien se puede colar

Lo que tenían que responder, es que, “Eran las hijas menores del dueño de la Casa, las hermanas del novio, las más pequeñuelas de la familia, y, por eso, las más  traviesas, tontuelas, y, recordar al novio,  todo lo que había hecho por sus hermanitas, y, hasta ser un poco malas, diciendo, “venga, que nos helamos, abre ya”; y, las puertas se hubieran abierto de par en par, porque jamás,  se le negó a un hijo, la entrada en su casa.

Por ello mi conclusión es, que lo que el novio, es decir Jesús, quiere decir me aquí;  es que sólo, hay una forma de entrar en su Casa, nuestra casa,  y, no es ni con alcuzas, ni sin ellas,  no es cumpliendo ritos, que están bien, es siendo hija de su Padre, y, sólo se es hijo, si se esta vivo, y, vivo, sólo es quien, tiene a Jesús, es decir quien,  esta en Gracia, claro que Dios, puede, y, sabe,  resucitar a los muertos, que quieren ser resucitados.