Todo es vanidad, perder el tiempo, vivir para nada. Con la ironía que le es propia nos describe en primera persona. A un hombre al que no le falta nada para ser feliz, y que nunca se ha corrompido, perdido la noción del bien y el mal; sin embargo al final comprueba que toda su vida, fue una pérdida de tiempo y energías; al final tendrá que dejar todo eso que le hacía feliz
La muerte como escribirá Calderón siglos más tarde lo despertará de su sueño
Es posible que el autor del Eclesiástico, desconociera la verdad de la vida eterna de La Resurrección. Y, por eso su pensamiento es tan sombrío. Pero precisamente por eso, a nosotros que lo leemos con “las gafas de Jesús”. Nos desvela un nuevo sentido. Ya no es vanidad, porque sí aceptamos ser de Jesús. Sabiendo lo que eso significa la Fiesta sigue en La Casa del Padre. Incluso si tenemos que parar un tiempo en el taller de reparaciones, llamado Purgatorio. Para nos arreglen el traje de Fiesta, que nos regaló Jesús
Sin el cual es imposible entrar pues se exige rigurosa etiqueta.
¿Y, no podría ser cierto el pensamiento que a simple vista se percibe en el autor?. Pues no, ya que somos seres inteligentes, pues somos imagen de la Sabiduría eterna. Eclo. 2,1-11.
Lectura orante mes de la Biblia