La tempestad calmada
Los discípulos de Jesús estaban muertos de miedo, las olas y el viento en el lago, jugaban con la barquita, empezaron achicar agua, pero era imposible.
Entonces se fijaron en Jesús, dormía plácidamente con un leve ronquido, en la popa de la barca.
Cómo era posible, se estaban yendo a pique, y, él durmiendo
Lo zarandearon, y lo despertaron, se frotó los ojos. Se levanto y dijo
Qué pasa
Ellos le dijeron
Rabí, no te importa que nos hundamos
Él camino hasta el borde de la barca, y como si el viento y el agua, fuesen un perrito, o un gatito, les mandó parar de hacer ruido, calmarse
Y, se hizo la calma
Entonces los miro con tristeza
¿Aún no tenéis fe?
Ellos se dijeron
Quién es este, que le obedecen el viento y el mar
Iban a preguntarle, pero volvía a dormir como un tronco, y decidieron no despertarlo
Cuando La Barca de Pedro, una vez glorificado Jesús, comenzó su periplo por el amor de la historia, muchas veces se vio, envuelta en tempestades que parecían hundirla, persecuciones, cismas, herejías etc.
Y, siempre parecía que Jesús, el Señor pasaba, pero La Barca de Pedro, sus ocupantes ya habían aprendido la lección, ahora simplemente despiertan a Jesús, que vuelve a increpar a los vientos y al agua, y vuelve la calma, y la pregunta de Jesús
¿Aún no tenéis fe, no os dije que ningún poder acabará con mi Iglesia?
Pero no se trata solo de lo que sucede en La Iglesia que formamos los bautizados
No, si no también en la vida de cada uno, a veces te puedes, me puedo sentir agobiada, por una o mil razones, con una noche oscura, o con mucha niebla, sentir que todo lo que creías parece tambalearse, el mar de la duda, el viento del desconcierto, te agitan, oras, rezas, pero cada vez, se te hace más cuesta arriba
Jesús no responde, sigue durmiendo. Sigue orando, y si es preciso, echa mano de sus padres de María y de José, que lo despierten, veras como poco a poco, vuelve por un tiempo la normalidad
Y, escuchas en tu interior
¿Qué pasa aún no tienes Fe?
Orar y pensar