Padre, que nunca dejé de buscaros
Padre, Jesús Hijo de Dios, Ruah divina. Mi Dios, nuestro Dios
Que nunca deje Señor de buscaros
Que nunca me engañe, dejando que El Enemigo el del “sótano”, me engañe y, diga, “Ya conozco, ya tengo a Dios”
Que nunca Señor Dios, me haga un dios de bolsillo plegable
Que de las manos de María y de José, en Iglesia, y con tu Iglesia, te busqué, y, que no me escondo, y, me dejé hallar por Tí mi Dios, cuando me reclames para caminar contigo por tu Jardín a la hora de la Brisa, esa Brisa que eres Tú mi Dios, nuestro Dios.
Que no me lleve a esconderme, verme desnuda y sucia
Porque Tú Señor mí Dios, me lavas con tu Sangre humana, la que tomaste de María de Nazaret, me laves con el Agua que brotó de tu corazón humano, corazón que Tú mismo Señor te formaste en el útero y con la Sangre de la Virgen María de la tribu de Judá, corazón humano y divino herido por la Lanza de Longinos.
Y me vistes una Túnica nueva.
Mi Dios Uno y Trino que nunca deje de buscar te. Amen
Palabras e ideas surgidas bajo El Viento