María y los pastores
Todos o la mayoría tenemos en la mente, algún recuerdo de una representación de la adoración de Jesús por los pastores.
Una cosa tierna, bucólica, la mamá María y, el papá José, mostrando su bebecito a los pastorcitos, que van con sus ovejitas, y cabritas
Porque para nosotros, los pastores los que vivan en zona donde haya pastores, son algo hasta entrañable
Pero en el mundo de María y de José no.
Los pastores eran gente mal vista, gente marginal, estaban casi en el grupo de los pecadores públicos, aunque es cierto que los profetas muchas veces se habían referido a Yhv, como Pastor de Israel
Lo cierto es, que los sacerdotes y los fariseos, recomendaban, no tratar con ellos, evitar comprar sus productos. El motivo era gente que frecuentaba poco el Templo, y la sinagoga, no podían pararse a preparar comida pura, no es que fueran a comer cerdo, o liebre, pero fuera de eso pasaban por alto las leyes de las impurezas rituales en lo que, a alimentos se refiere
María era una joven judía, santísima, pero la santidad no da ciencia infusa. María había sido educada, como las demás chicas, y lo mismo José, no es que ellos despreciaran a nadie, pero es que, tenía que provocar les, hablando a lo bestia a María le tuvo que llamar la atención ver entrar aquella gente, Gabriel le había dicho que su hijo, sería grande, que Dios le daría el trono de su padre David…, y, ahora empezando porque había nacido en Belén no en Jerusalén, y en una cuadra. Recibía la visita no del Sumo sacerdote, si no de unos pastores
Luego cuando contaran el anuncio de los ángeles, el aviso de que fueran a ver al niño, que era su Salvador, su Mesías su Señor.
María se reiría en su corazón, con su Dios, más que se río Sara, y ella empezaba a entender, cuando Gabriel había hablado del trono de David, no pensaba en Jerusalén, pensaba en el David pastor, el David inocente y puro, como su Bebé, el David que venció, a Goliat al Mal con tan solo cinco guijarros, ese era el David rey en el corazón de Dios. Que así se lo confió a Samuel.
María ahora sabía, que Dios confirmaba las palabras que había puesto en su boca
“A los hambrientos los sacio de bienes, a los ricos los despidió vacíos”
Los hambrientos en aquel momento, eran aquellos pobres pastores, los ricos los sacerdotes que estaban en el Templo de Jerusalem, los rabinos y escribas que discutían las Escrituras, pero no las cumplían, porque en discutirlas se les iba el tiempo.
Jesús venía pisando fuerte, ya desde la Cuna, aún no hablaba, pero ya Reinaba.